Unas botas que cuestan 271 euros, pagados con sus ahorros, en un rato de juego se les despinta parte de la bota y en la tienda no la quieren cambiar. Lógicamente, al día siguiente fuimos a la tienda y cuál fue nuestra sorpresa cuando nos dijeron que no podían cambiárnosla porque el daño de la bota era únicamente estético y no afectaban para el juego.