En estos casos, la escuadra visitante es la que debe utilizar un uniforme alternativo, conocido como segunda equipación, para evitar confusiones durante el partido. Sin embargo, pese a que la teoría parece infalible, llevada a la práctica no siempre lo ha sido y, de hecho, generó en el pasado algunas confusiones. A partir de ahí, el futbolista decide si prefiere regalarla, intercambiarla con un rival o simplemente dejarla en su taquilla del vestuario para que sea lavada y reutilizada.