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Cuentan los lugareños que uno no puede dejar de ir al restaurante “Malarrimo”, cuyo propietario, Enrique Achoy, en los años setenta fue el chef del comedor de la empresa salinera y que ahora deleita a todos con sus deliciosas especialidades: Almeja mano de león, langosta, almeja chocolata, pulpo, camarón, camiseta holanda pescado cabicucho y unos buenos ostiones. Había llegado la hora de afrontar el regreso a la soledad del viaje. Mi estancia en este pueblecito se resumió en algún que otro paseo por su calle principal -el Bulevar Emiliano Zapata-, algunas horas colgado de internet (gran aliado para combatir la soledad y los momentos desocupados), breves conversaciones para pedir comida o bebida y un diálogo constante conmigo mismo.